Después de ver “Cruella” uno podría pensar que los live action anteriores de Disney resultaron ser una especie de ensayo y error.
Tras varios intentos, unos mejores que otros, la factoría del ratón Mickey parece haber encontrado la fórmula para hacer una buena película inspirada en sus dibujos animados, pero protagonizada por actores de carne y hueso.
Entre los rescatables están “Maléfica”, que contó el origen de la villana de “La Bella Durmiente”, le siguió “Aladino”, que revisitó las aventuras del genio atrapado en la lámpara y ahora llega “Cruella”, que lleva todo un paso más allá.
La cinta protagonizada por Emma Stone cuenta el viaje de la pequeña Estella hasta convertirse en Cruella, una talentosa, pero a ratos desquiciada aspirante a diseñadora dispuesta a todo con tal de destronar a La Baronesa, la reina de la moda londinense.
Con situaciones divertidas, referencias a “101 Dálmatas” muy bien utilizadas y una antagonista de lujo como Emma Thompson, el director Craig Gillespie se despacha una película fresca que logra mantener el ritmo durante las 2 horas y 14 minutos que dura.
Comentario aparte merecen los actores secundarios, el vestuario -a cargo de la misma diseñadora de “Mad Max: Fury Road”-, y la banda sonora cargada con un arsenal de clásicos de principios de los 70’s.
“Cruella” se aleja de la versión de Glenn Close -la encarnó dos veces- y da una vuelta de tuerca inteligente al clásico de Disney que, al igual que “Maléfica”, apunta a lavar esa imagen de la villana abominable con el que tantos niños y niñas crecieron.
Un esfuerzo que se agradece y que resulta esperanzador de cara a los live action que se vienen.