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Resurrección del vinilo en Chile: el arduo camino de la industria para revivir la mística del formato

El jueves primero de julio de 2010, la prensa destacaba un nuevo hito en la ya a esas alturas madura escena independiente musical nacional: Esa noche, el trio valdiviano, Pituquitos, firmaba el regreso de los sonidos locales en un disco de acetato con “Sé que me voy a quemar”, con trescientos ejemplares editados por el sello Discos Tue-Tue. Sin embargo, la ruta para hablar de una resurrección del vinilo en Chile, formato que dominó la industria hasta la década de los ‘70 e incluso parte de los ’80, no había partido en ese momento, ya que los primeros intentos por recuperar su sonoridad se habían iniciado unos tres o cuatro años antes.

Así lo relata Ignacio Rodríguez, más conocido como NES, uno de los líderes del sello BYM Records, quien recuerda que desde los inicios de la agrupación en 2008 siempre hubo una intención de fabricar y editar en vinilo, con el objetivo de mantener el trabajo análogo que comenzaron a realizar con bandas como Föllakzoid o la Hell Gang.

“Muchos de los músicos donde empezamos eran artistas visuales, era como un colectivo de gente interesada en el arte de las caratulas y rescatar los masters que estaban en cintas. Ahí se acercaron los hermanos Daguer con su sello Pasta Base, quienes editaron un vinilo en 2007 del colectivo La Banda’s”, asegura.

Según NES, esa fue su primera aproximación a la edición en vinilo. “Ese fue el primero que se hizo en esa época, era algo más bien experimental, lo-fi, era algo como raro ver un disco. Esa fue la primera motivación”, recuerda sobre el trabajo de José Miguel Salazar y Ivan Daguer, quien vivía de cerca el fenómeno desde Nueva York.
No obstante, no hay acuerdo sobre cuál fue el momento exacto en que se comenzó a reflotar el formato, ya que el reconocido productor Javier Silvera, de larga experiencia en Warner Music, Bizarro Records y actualmente gerente de marketing y contenidos de la agencia Plaza Independencia, va incluso más atrás de 2007.

“Puedo recordar en un principio los deseos artísticos de algunos músicos. Por ejemplo, Álvaro Henríquez publicó su single "Amada" en dicho formato, pero había que fabricar en República Checa”, dice, marcando ese disco del año 2004 como uno de los intentos.

Silvera agrega que “entrados los 2000 era clara la tendencia en Chile desde un aspecto más comercial. Las ferias, los puntos de venta indies y tiendas de discos en general comenzaron a exponer vinilos con buena repercusión”.
“La explosión se da de la mano de dos fenómenos: la implementación de puntos del formato en retail, la exposición y venta de maletas de tornamesas, bonitas, prácticas de estética vintage, y a buen precio”, destaca.

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LA PRODUCCIÓN, EL PRINCIPAL OBSTÁCULO

Pese a que el hecho de traspasar un puñado de canciones a vinilo está marcado por un espíritu romántico y artesanal, las dificultades que han enfrentado los músicos y productores chilenos para cumplir ese deseo opacan de algún modo sus impulsos, debido a las trabas técnicas y económicas que impone el proceso.

De partida, en Chile no hay una planta prensadora de vinilos operativa actualmente, lo cual obliga a mandar a hacer las copias en el extranjero. “No hay producción de vinilos en Chile, hay edición de títulos en formato vinilo, pues no hay planta de prensado y mastering para dicho formato en nuestro país”, explica Silvera.

Un personaje clave en esta historia es Oliver Knust, el creador de Discos Rio Bueno, quien en 2012 ganó un Fondart por $19.941.839 para traer una máquina prensadora desde México, en medio del creciente interés por el formato. No obstante, luego de un largo trajín, su proyecto quedó estancado por problemas técnicos y burocráticos.

Discos Rio Bueno ha sido uno de los pilares del revival del vinilo en Chile, editando desde 2009 a una decena de artistas como Gepe, Pedropiedra y Astro, encargando la fabricación de 300 copias para cada uno, pero según comentan algunos protagonistas de la industria, su esfuerzo se ha visto afectado por el fracaso del proyecto.
Según NES, “la pana que tuvo Oliver fue que la máquina era usada y le faltaba una pieza. Otro freno importante fue el permiso ambiental, porque estas máquinas ocupan calderas de gas que no se pueden instalar en la Region Metropolitana, hay que poner la planta fuera de Santiago”.

Dicha versión es ratificada por Álvaro Gómez, líder de Algo Records y parte de esta avanzada por revivir el vinilo, quien señala que “montar una fábrica, no es algo tan sencillo. Es un proceso largo, químico, con un material toxico, entonces no se puede poner una planta de prensaje en cualquier lado, se deben cumplir normativas”.

EL COSTO DE HACER UN VINILO

De estar operativa la máquina de Rio Bueno, los costos de hacer discos de vinilo se reducirían en un tercio. Pero como la realidad es otra, los precios dificultan toda la operación: Hacer un disco en el extranjero vale cerca de 10 mil pesos la unidad a precio de costo, para después venderlo en 17 mil pesos aproximadamente.

“Pensando solo en un disco negro, el disco cuesta alrededor de 1.500 pesos. El problema es internalizarlo, eso depende del lugar de donde viene el disco y la cantidad, eso hace que un disco con caratula y todo, tenga un costo mínimo de 6 mil o 8 mil pesos, por eso no puedes venderlo a menos de 15 mil”, explica Gómez.

Una de las etapas que sube el costo es la internación de los discos, ya que en Aduanas, viendo el boom económico del vinilo, subió en un 150% los aranceles. “Fabricar es caro, está el tema de la fabricación en sí, que por la alta demanda ha subido y está el traslado, el flete y la importación”, explica NES.
“Antes en aduanas pasaban las cajas de vinilos, pero ahora saben que de las 10 a 20 tiendas que había en el persa se pasó a muchas tiendas online. Saben que mucha gente pasa discos a la mala y están cobrando muchos impuestos y el costo en Chile es alto”, añade.

Actualmente, BYM Records y el reconocido ingeniero Joaquín García son los únicos que hoy en día tienen máquinas para cortar vinilos. ”Hay tres procesos grandes en la fabricación de discos, el corte del master, después los procesos químicos de platinado, luego cinco o seis etapas de copia de negativos y tras ello el prensaje”, dice NES.
“Nosotros nos trajimos una máquina el 2011 que hace la primera etapa de corte, con la cual puede usarse un master para prensarse a futuro, es decir, se hace la copia para que pueda seguir los otros procesos químicos. Hacemos copias artesanales, uno a uno, de tiraje limitado, ediciones de 50 copias de 7 pulgadas, un tiraje especial”, agrega.
Silvera destaca que “García puede cortar masters para vinilo, y replicar en forma "artesanal" en buena calidad. Pero a nivel industrial no hay posibilidad en Chile, actualmente Láser Disc está montando en Buenos Aires la planta de vinilos”.

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 ¿CHILE SE SUMÓ AL BOOM?

No es un misterio que las ventas de vinilos ha aumentado en los últimos cinco años a nivel mundial, lo cual se ve reflejado en los tiempos de entrega que tienen las fábricas. “La explosión de la demanda por fabricación de discos ha ido en alza, entonces hay empresas que dan plazos de 5 o 6 meses, cuando antes eran de 3”, indica NES.

La misma experiencia cuenta Silvera, quien dice que Plaza Independencia “ha fabricado más de 40 títulos en vinilo en Inglaterra. Demora mucho en llegar, más de 7 meses, dicha fábrica obviamente está colapsada por la demanda internacional”.
En cuanto a si este boom se mantendrá en Chile, NES señala que “mi idea es que van a haber más disquerías, se bajarán los precios y se podrá editar más fácil. No creo que baje y sea un boom, más adelante van a haber fábricas y el futuro será promisorio”.

A juicio de Silvera, “hay interés del público por contar con grandes clásicos en vinilo. No necesariamente chilenos. De hecho el consumo de música chilena en Chile es muy bajo en cualquier formato”.
“Sin embargo nos hemos llevado sorpresas: no solo el rock indie y grandes clásicos del rock son quienes más repercuten en el público, sino que por ejemplo, ya tuvimos muy buenos resultados con grupos como Illapu, Inti Illimani, y el mismo Américo en un género popular de corte tropical”, subraya.

Finalmente, desde Algo Records destacan la resurrección del formato. “Hay un pequeño auge, sigue siendo algo de alto costo, pero puedes ver el arte en otro tamaño, la calidad de sonido es muy buena, como artefacto es súper bonito y coleccionable”.
“Para los coleccionistas de música ha habido un revuelo, acá en Santiago hay ferias en el GAM, en Valparaíso, en Concepción, Valdivia, en el persa está lleno de tiendas de vinilos, hay gente comprando y si se armó un negocio en torno a esto”, recalca.

Según Gómez, “uno habla del boom porque estas metido en el medio de la música, pero no se puede decir que si vas a una ciudad pequeña del sur o el norte y que la gente escuche vinilo, sigue siendo reducido. Pero sj hay un nuevo aire para los coleccionistas de música, lamentablemente eso ha sido diezmado por el costo de traer vinilos a Chile”, concluye.

Felipe Vargas.

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